La verdad tras el espejo.
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A Buda se le atribuyen estas reflexiones:
“No creas en algo
simplemente porque lo diga la tradición,
ni siquiera aunque muchas generaciones de personas
nacidas en muchos lugares
hayan creído en ello durante muchos siglos."
"No creas en algo
por el simple hecho
de que muchos lo crean o finjan que lo
crean."
"No creas en algo
"No creas en algo
porque así lo hayan creído los sabios de otras
épocas."
"No creas
"No creas
en lo que vuestra propia imaginación os propone
cayendo en la trampa de pensar
que Dios os lo inspira."
"No creas en lo que dicen las sagradas escrituras,
"No creas en lo que dicen las sagradas escrituras,
sólo porque estas lo digan."
"No creas a los sacerdotes
"No creas a los sacerdotes
ni a ningún otro ser humano."
"Cree únicamente
en lo que tú mismo hayas experimentado,
verificado y aceptado
después de someterlo
al dictamen del discernimiento
y a la voz de la conciencia."
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Krishnamurti y la directa percepción de la verdad
Por el profesor P.
Krishna,
ex-Rector del Centro de Educación de Rajghat, Fundación
Krishnamurti de la India.
«…Una
sociedad verdaderamente pacífica, no violenta sólo es posible si el individuo
se transforma, psicológicamente, fundamentalmente. Cualquier otro cambio es
trivial, temporal, nunca resolverá los problemas, sólo nos permitirá
enfrentarlos por un tiempo en cierta dirección. La sociedad es lo que el
individuo es…
…si hay bondad en el corazón, esta se expresa en cada acción, en
cada pensamiento, palabra y acto. Entonces no tiene que ser “practicado”. De
igual manera, uno no puede practicar la no violencia, mientras uno sea
agresivo, odioso, violento internamente. Entonces la no violencia se convierte
en sólo una fachada, un exterior hipócrita, un acto fríamente calculado.
Es solamente observando las causas de la violencia en uno
mismo y eliminándolas (no a través del esfuerzo sino del entendimiento) que
puede terminar la violencia…
Es la percepción de la verdad la que libera la conciencia de su
ignorancia e ilusiones; de otra manera no hay bondad. Cualquier cambio en la
conducta externa del hombre, causado por el miedo, coerción, disciplina,
conformidad, imitación y propaganda no representa un cambio verdadero en su
conciencia y es por tanto superficial y contradictoria… »
Jiddu Krishnamurti fue uno de
los más originales pensadores del siglo pasado (XX); investigó
cuestiones fundamentales sobre el propósito de la vida, el verdadero
significado del amor, religión, tiempo y muerte sin buscar respuestas en ningún
libro de escrituras y sin aceptar ninguna creencia, religión organizada o
sistema de pensamiento.
Como Buda, Krishnamurti buscó
las respuestas a estos cuestionamientos a través de la observación,
cuestionamiento y conocimiento de sí mismo y llegó a una percepción directa de
la verdad que radica más allá de las concepciones intelectuales, teorías y
descripciones. Él no era un especialista o un intelectual; no tenía nada que
ver con teorías o conceptos, hablaba solamente de sus investigaciones y
observaciones. Lo que ha dicho pudo haber sido visto con anterioridad por otros
pero él descubrió la verdad de ello por sí mismo. En este artículo propongo reflexionar
sobre algunos temas esenciales de su enseñanza y de unas de las grandes
verdades que él expuso.
1. La
fuente de todos los problemas humanos, pequeños o grandes, se encuentra en la
psique del individuo.
En el millón o más años que el hombre tiene de existir en este planeta su mundo externo ha evolucionado mucho y ha incrementado su poder y habilidad para enfrentarse a las calamidades naturales. Interiormente, en su conciencia, el hombre no ha evolucionado mucho. Aún se parece mucho al hombre primitivo – miedoso, inseguro, formando grupos (religiosos o nacionales), peleando y preparándose para la guerra, buscando ventajas para él mismo y odiando a otros. Ahora ha sido capaz de viajar a la luna y comunicarse alrededor del globo en cuestión de minutos pero aún encuentra difícil amar a su vecino y vivir en paz.
El hombre moderno es tan
brutal, egoísta, violento, avaricioso y posesivo como el hombre primitivo de
hace un millón de años, aunque ahora pueda ser capaz de esconderse en las
palabras de noble sonido y pensamientos.
Este desarrollo
desequilibrado del ser humano lo ha llevado cerca de una autodestrucción. Ahora
está a punto de una guerra nuclear, a sólo un pelo de la extinción total. El
poder que su conocimiento cada vez más grande le ha dado no va aparejado de la
correcta clase de inteligencia y visión que son necesarias. ¿Por qué?
¿Por qué
no hemos evolucionado psicológicamente? ¿Se debe a que nunca hemos dirigido
nuestra atención hacia nuestro interior, a entender nuestra propia mente,
pensamientos y sentimientos? Estamos tan satisfechos, tan deslumbrados con
nuestros logros, nuestro “progreso” en el mundo exterior, que hemos descuidado
totalmente el mundo interior de nuestra conciencia. El odio en el hombre
primitivo pudo causar poco daño únicamente; el hombre moderno con todo su poder
es mucho más devastador y estamos viendo las consecuencias de ello todos los
días alrededor de nosotros.
Nos parece que podemos
resolver este problema si organizamos las cosas mejor en la sociedad. Esta ha
sido una ilusión de raíces muy profundas. Una es desde luego no en contra de la
organización eficiente de nuestra vida diaria; pero usted no puede producir una
sociedad no violenta y pacífica con un millón de individuos violentos,
agresivos, ególatras, por más que la organice. Si usted tiene una sociedad
comunista, tendrá la violencia del comunismo; si tiene una sociedad capitalista
usted tendrá la violencia del capitalismo. Usted puede contener la violencia en
algunas direcciones, pero se expresará en otras. Las revoluciones se han dado y
se siguen dando y la tiranía del hombre no ha terminado, sólo han asumido otras
formas.
Una sociedad verdaderamente
pacífica, no violenta, sólo es posible si el individuo se transforma,
psicológicamente, fundamentalmente. Cualquier otro cambio es trivial, temporal,
nunca resolverá los problemas, sólo nos permitirá enfrentarlos por un tiempo en
cierta dirección. La sociedad es lo que el individuo es. Justo como se
determinan las características de una barra de cobre, por las características
de sus átomos que la constituyen, así las características de la sociedad están
determinadas por esos individuos. Todos los problemas que vemos en la sociedad
de hoy son reflejos de problemas en la psique del individuo. Por tanto debemos
preocuparnos por una transformación del hombre y no sólo por la organización
externa de la sociedad.
2. El
individuo cambia solamente cuando cambia su conciencia. La virtud no puede ser
practicada como un mandato.
Todas las religiones han tratado de cambiar al hombre pero han fracasado. Si lo hubieran logrado, no tendríamos hoy tanta crueldad, guerra y odio. Debemos examinar por qué las religiones han fracasado para cambiar al hombre y aprender de esto. Esencialmente, cada religión prescribe un camino, un conjunto de virtudes que deben ponerse en práctica y abstenerse de los vicios. El hombre ha luchado miles de años para hacer lo que ha prescrito, pero no ha funcionado. La práctica de actos virtuosos no altera la conciencia del hombre. La práctica de actos premeditados no produce bondad en la conciencia del hombre. Se convierte en un logro, otra meta en la vida, otro método para buscar autosatisfacción.
Por otro lado, si hay bondad
en el corazón, esta se expresa en cada acción, en cada pensamiento, palabra y
acto. Entonces no tiene que ser “practicado”. De igual manera, uno no puede
practicar la no violencia, mientras uno sea agresivo, odioso, violento
internamente. Entonces la no violencia se convierte en sólo una fachada, un
exterior hipócrita, un acto fríamente calculado.
Es solamente observando las
causas de la violencia en uno mismo y eliminándolas (no a través del
esfuerzo sino del entendimiento) que puede terminar la violencia. Y cuando hay
fin a la violencia, no hay necesidad de practicar la no violencia. ¡Sólo una
mente floja necesita disciplinarse!. Por tanto, no se puede practicar la
virtud, no se puede cultivar. Es un estado mental, un estado de conciencia que
la encuentra cuando hay conocimiento de sí mismo, entendimiento, claridad y
visión. No puede lograrse a través del esfuerzo voluntarioso, requiere
revelación (insight). Y la revelación (insight) llega con la observación, con
la reflexión, a través de una conciencia sensible.
Es la percepción de la verdad
la que libera la conciencia de su ignorancia e ilusiones; de otra manera no hay
bondad. Cualquier cambio en la conducta externa del hombre, causado por el
miedo, coerción, disciplina, conformidad, imitación y propaganda no representa
un cambio verdadero en su conciencia y es por tanto superficial y
contradictoria.
3.
La
verdad, liberación, iluminación no puede conseguirse a través de otros.
El hombre ha dependido desde tiempo inmemorial de un gurú, una religión o un libro para mostrarle el camino. Jiddu Krishnamurti ha señalado que la verdad es un camino sin senderos y ningún Gurú, ningún camino, ninguna creencia, ningún libro puede conducirle a ella. Usted tiene que ser su propia luz y no buscar luz de otros. El rol del gurú es solamente señalar, es el individuo mismo el que tiene que aprender. Y la habilidad de aprender es mucho más importante que la habilidad de enseñar. En este cambio, nadie puede realmente enseñar nada a nadie. Cada uno de nosotros tiene que encontrar la verdad para sí mismo y uno debe empezar con el conocimiento de sí mismo.
Sin entendimiento de cómo funciona nuestro propio
proceso de pensamiento y el condicionamiento que hemos adquirido de nuestras
propias experiencias, tradiciones, cultura, religión, etc..., uno no puede
encontrar la verdadera respuesta a ninguna pregunta seria. Nuestras creencias,
nuestras opiniones, conclusiones, prejuicios, nos impiden ver las cosas en su
verdadera perspectiva porque están coloreadas de nuestra visión. Uno debe estar
consciente de este hecho y dudar de cualquier opinión, de cualquier conclusión
que viene a la mente, puesto que puede no representar la verdad. Cuando uno se
cuestiona de esa manera, con la intención de buscar la verdad y no meramente
buscar satisfacción, se da el aprendizaje. Y debemos vivir con ese estado de
búsqueda y cuestionamiento, preguntando y dudando a través de toda nuestra
vida, sin buscar arribar.
Lo que podemos recibir de
otros es un pensamiento, una pregunta; pero la exploración tiene que ser por nuestra
propia cuenta. A menos de que usted encuentre la verdad por usted mismo no será
la verdad para usted, es sólo una descripción de la verdad. Esa es la
diferencia entre Buda y el profesor de la filosofía budista. El primero tiene
una revelación (insight) real, la conciencia, el último sólo tiene una
descripción de ella.
El hombre a menudo confunde el símbolo, la palabra, el
concepto con la cosa real. Un verdadero cristiano es quien vive con el sermón
de la montaña (y usted únicamente puede hacer eso si usted tiene la conciencia
de Cristo), no el hombre que reunió a una iglesia y realizó todo tipo de
ritual. Un verdadero budista es aquel que participa en la conciencia de Buda,
no el que obedece a la iglesia budista. Todas las iglesias, todas las organizaciones
religiosas han logrado sólo reducir la gran verdad a un mero sistema, un
símbolo, un ritual. Lo que importa no es la vestimenta, la etiqueta, sino el
contenido de la conciencia dentro de nosotros.
El rol de un maestro (el
gurú) es el de la lámpara sobre el camino. Uno no debe sentarse a adorar a la
lámpara, uno debe caminar por el camino. Jiddu Krishnamurti enfatizó
repetidamente que tenía muy poco significado si aceptamos o rechazamos lo que
dijo. Sólo cuando lo consideramos, lo cuestionamos, lo examinamos, averiguamos
por nosotros mismos si es verdadero, tiene valor.
En vista de que la verdad y
la liberación son algo que el individuo tiene que encontrar por sí mismo, a
través de su propio cuestionamiento, cualquier organización que trate de propagar
“la verdad” a través de una creencia, conformidad o propaganda, sólo sirve para
fomentar el condicionamiento de la mente del individuo o para esclavizarlo. La
libertad requiere de un cuestionamiento significativo de toda creencia,
prejuicio, conclusión y condicionamiento. Requiere de una conciencia profunda
de uno mismo tal como uno es. Porque la verdad no puede ser organizada ni
propagada, las organizaciones espirituales que tratan de hacer esto no tienen
valor.
4.
El
entendimiento intelectual no es un entendimiento real.
A menudo estamos satisfechos con una respuesta intelectual a una pregunta, y eso pone fin a nuestra búsqueda. Cuando sucede, el entendimiento intelectual es un obstáculo para descubrir la verdad. Es fácil ver intelectualmente que uno no debe preocuparse cuando un niño enferma. La preocupación no ayuda al niño. Lo que le ayuda es que vayamos en busca del doctor y le demos al paciente la medicina. Desde luego que hacemos eso, ¿pero esta lógica conclusión impide que nos preocupemos?. ¿El conocimiento de que el enojo es malo no impide el enojo? La verdad es mucho más profunda que la mera lógica y razonamiento; y la respuesta intelectual no es una respuesta completa. Por tanto cuando uno entiende algo sólo intelectualmente uno ha entendido muy poco. El entendimiento intelectual puede ser útil en algunos asuntos pero es trivial. Puede reforzarse a través de un libro o a través de otra persona pero sólo es una patrón de pensamiento que se retiene en la memoria; no debe confundirse con la realización de la verdad de algo.
Por tanto, si el
entendimiento intelectual es una cosa limitada, entonces ¿qué revela la verdad?
Para esto, uno debe observarse y el proceso de uno es como el de un
verdadero científico cuando observa un fenómeno en el cual está interesado. No
desea cambiarlo, sólo observa sin opción, sin que sus propios deseos
interfieran en su observación. Cuando uno se observa de esa manera, sin
opciones y con una conciencia pasiva, sin un deseo de formar rápidamente una
opinión y de llegar a una conclusión, titubeante, paciente y con
escepticismo, para facilitar el entendimiento de uno mismo y de la vida, sólo
entonces uno puede descubrir lo que es verdadero de lo que es falso; y lo falso
se desvanece por sí mismo sin ningún esfuerzo de voluntad. La ignorancia se
disipa en la luz del entendimiento. Con tal objetivo y con apasionada
investigación de uno mismo, de todas las conclusiones de uno, creencias,
apegos, deseos y motivaciones, tiene muy poco significado identificarse
intelectualmente con algún grupo, con alguna teoría, con alguna creencia y
alegar por ella como abogado para el resto de nuestra vida. Es tan absurdo como
decir, “mi país es el mejor país porque yo nací en él.” Sin embargo, eso es lo
que implica el nacionalismo.
Es una tragedia para nuestra
vida que nunca nos hayan educado a mirarnos a nosotros mismos de la manera
correcta. Sólo nos educaron para aprender el mundo exterior y algo para
enfrentar sus problemas. Por lo tanto, uno crece sabiendo tanto del mundo
exterior y sin embargo siendo totalmente ignorante de sí mismo, de los deseos,
ambiciones, valores y visión de la vida de uno. Podremos estar muy preparados
en nuestros trabajos pero estamos totalmente confundidos si el placer nos trae
felicidad, si el deseo y el apego son la misma cosa que el amor, y si las
diferencias entre un hombre y otro se convierten en inequidades.
La felicidad, el amor, la no
violencia, la humildad no son algo que uno pueda alcanzar directamente. Llegan
como resultado de la búsqueda, del conocimiento de uno mismo y del
entendimiento, el cual interiormente limpia nuestra conciencia sin imponer
ninguna opinión fija, creencia o patrones de pensamiento. Si uno ve claramente,
a través del examen cercano y cuidadoso, que la búsqueda del placer no conduce
a la felicidad, entonces nuestra visión por medio del placer en la vida se
altera desde el principio y la búsqueda del placer se desvanece sin ningún
esfuerzo, sacrificio o supresión. Entonces hay una natural austeridad que es
totalmente diferente de la práctica auto impuesta de austeridades. De manera
igual si uno realmente llevó a cabo, mediante nuestra propia observación e
investigación, que uno no es esencialmente diferente de otro ser humano porque
uno comparte con ellos los mismos problemas del miedo, la inseguridad, el
deseo, la codicia, la violencia, la soledad el dolor y el interés egoísta, que
opera en la conciencia de todos nosotros, entonces uno no sentiría tan
diferente de otro ser humano.
A través de nuestra
ignorancia damos una importancia tremenda a las relativas diferencias
superficiales entre nosotros, como las diferencias en creencias, propiedad,
conocimiento, habilidad, que son todas adquisiciones. No nos preguntamos a
nosotros mismos por qué damos tanta importancia a nuestras adquisiciones, por
qué dejamos que dividan a un hombre de otro, cuando en realidad compartimos la
misma conciencia humana. Si mentalmente despojamos a un hombre de su riqueza,
posesiones, estatus, creencias y conocimiento y examinamos su conciencia, ¿es
realmente diferente de la de otro ser humano?. Sólo como en la casta, color o
credo, un ser humano no cambia la composición de su sangre, nuestras
adquisiciones ya sean mentales o materiales no alteran el contenido de nuestra
conciencia. Si no nos limitamos nosotros mismos de ver la verdad de esto,
realizamos la unidad que subyace en toda la humanidad. Es la ignorancia la que
nos divide, no las diferencias entre nosotros.
5.
Conclusión
La humanidad está atrapada en una gran ilusión, Piensa que puede resolver los problemas a través de la legislación, a través de la reforma política y social, a través del progreso científico y tecnológico, a través de más conocimiento, más riqueza, más poder y mayor control. Podrá resolver algunos problemas; pero todos son problemas triviales y de curso temporal. Tendrán el efecto de una aspirina pero no curarán la enfermedad. Iremos creando nuevos problemas por un lado y tratando de resolverlos por la otra, para mantener la ilusión del “progreso”. Y no hay mucho tiempo ya, puesto que la enfermedad está creciendo a un paso salvaje y está a punto de consumir al hombre.
Si el hombre no se transforma
interiormente, a través de una mutación de su psique, pronto formará parte de
la lista de las criaturas desafortunadas que viven un millón de años o algo así
en este planeta y que entonces se extinguirá porque no se pudo adaptarse. No es
seguro aún si la evolución del hombre del mono fue realmente un paso en la
dirección de la supervivencia o un paso retrógrado. Sólo el tiempo lo dirá.
Fuente:
http://www.pkrishna.org/spanish/k_direct_perception_spanish.html
Traducción: Salvador D. Rojas
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