sábado, 16 de junio de 2012

Las cargas amargas: la ira, el odio, el rencor.




Abandona la orilla de la ira

¿Todavía estás en la orilla del sufrimiento y la ira? ¿Por qué no la abandonas y vas a la otra orilla, a la de la no-ira, de la paz y de la liberación? Allí es mucho más agradable.

¿Por qué has de pasar varias horas; una noche o incluso, varios días sufriendo acosado por la ira? Hay una barca que te permite ir rápidamente a la otra orilla. Esta barca, es la práctica de volver a nosotros mismos; mediante la respiración consciente, para observar profundamente nuestro sufrimiento, nuestra ira y nuestra depresión y sonreírles. Al hacerlo, venceremos al dolor e iremos a la otra orilla.

No sigas en esta ribera ni continúes siendo víctima de tu ira. La no-ira está en ti; la no-ira, es posible. Cruza simplemente el río y ve a la otra orilla, a la orilla de la no-ira, que es fresca, agradable y tonificante.

No te dejes tiranizar por la ira que sientes. Libérate, emancípate de ella. Cruza el río con la ayuda de un maestro, de otros compañeros que practiquen y de tu propia práctica. Confía en estas barcas para cruzar el río e ir a la otra orilla.

Ahora mismo puede que estés en la orilla de la confusión, de la ira o de la duda. No permanezcas más en ella, ve a la otra orilla. Con … tus hermanos y hermanas en el dharma –la acción adecuada-  y con la práctica de caminar y respirar, de observar profundamente y obrar en la armonía del corazón, cruzarás el río muy deprisa, quizá en tan sólo unos minutos.

Tienes derecho a ser feliz. Tienes derecho a ser compasivo y afectuoso. La simiente del despertar está en ti. Con la práctica, lograrás que esta semilla florezca al instante. Puedes poner fin a tu sufrimiento; porque el Dharma ejerce un efecto inmediato, actúa con más rapidez que una aspirina.

Thich Nhat Hanh


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Todo ser humano que carga odio, rencor y culpas
es un portador de conflictos y de infelicidad.

Atribuye a otros el papel de victimarios y se ve a sí mismo como víctima.

Esos que le afectaron sólo hicieron lo que podían
desde sus personalidades y sus sistemas de creencias
-quizá también desde su ego ambicioso
y de su ignorancia-
y no podían actuar de otra manera.

Si nos sentimos atados a otros por los eventos y las relaciones sombrías
que hemos atravesado,
les damos poder para confundir y distorsionar
la percepción de nuestras mentes.

Nuestras vidas son solo jornadas por recorrer,
pobladas de viajeros amables y de viajeros hostiles
que avanzan junto a nosotros.
Las experiencias tormentosas compartidas son solo episodios transitorios
que cada uno debe trascender y comprender
para seguir apaciblemente su pesquisa particular e inevitable.

[Cada planta solo puede dar los frutos
que le corresponden:
los de la cicuta son amargos y venenosos;
los de la vid son dulces y nutritivos.]

Hugo Betancur (Colombia)