miércoles, 21 de diciembre de 2011

Krishnamurti: Más allá de la violencia


MÁS  ALLÁ  DE  LA  VIOLENCIA*

Por Jiddu Krishnamurti

Primera parte. Numeral 1. La existencia

“Un hombre que tiene el corazón lleno de júbilo no siente odio, ni violencia, ni acarreará la destrucción de otro.”

“Tecnológicamente, el hombre ha progresado en forma increíble, pero a pasar de ello continúa como ha sido por miles de años: pendenciero, codicioso, envidioso, agobiado por un gran sufrimiento”.

“Porque a menos que haya una revolución radical y fundamental en la psiquis, en la misma raíz de nuestro ser, el mero reajuste, la mera legislación en la periferia, tendrá muy poco sentido.”


«Me gustaría hablar sobre el problema total de la existencia. Probablemente ustedes saben tan bien como el que habla, lo que está ocurriendo realmente en el mundo un caos total, desorden, violencia, formas de brutalidad extrema, tumultos que terminan en guerra. Nuestra vida es extraordinariamente difícil, confusa y contradictoria no sólo dentro de nosotros mismos- como si se tratara de algo bajo la epidermis sino también en lo externo. La destrucción es absoluta. Todos los valores van cambiando de día en día, no hay respeto, ni autoridad, y nadie tiene fe en nada, sea lo que fuere; ni en la iglesia, ni en la sociedad establecida, ni en filosofía alguna. De manera que uno está absolutamente sólo para averiguar por sí mismo qué ha de hacer en este mundo caótico. ¿Cuál es la acción correcta? si es que existe tal cosa como una acción correcta.
«…

«Lo que vamos a hacer juntos es examinar los hechos como son, muy de cerca, objetivamente, no de manera sentimental o emocional. Para explorar en esa forma, tenemos que estar libres de prejuicios, libres de cualquier condicionamiento, de cualquier filosofía o creencia. Y si queremos descubrir vamos a explorar juntos pausadamente, pacientemente, con detenimiento…

«No aprenderemos de acuerdo con el temperamento, el condicionamiento, o la creencia particular de cada uno; sólo observamos lo que realmente es, y así aprenderemos. Y en el aprender está la acción el aprender no está separado de la acción.

«Por lo tanto, primero vamos a entender lo que significa el término comunicar. Inevitablemente tenemos que usar palabras, pero es mucho más importante ir más allá de las palabras. Eso significa que ustedes y el que habla haremos juntos un viaje de investigación, donde cada cual estará en comunicación constante con el otro, o sea, participando juntos, explorando, observando juntos. Porque esa palabra comunicación significa participar, compartir…

«Por eso es muy importante inquirir cómo se ha de observar, cómo se ha de mirar con ojos limpios, cómo escuchar de manera que no haya distorsión. La responsabilidad de participar en esta discusión es tanto de ustedes como del que les habla vamos a trabajar juntos. Hay que comprender esto muy claramente desde el principio: no nos dejaremos dominar por sentimentalismos o emocionalismos en forma alguna.

Si eso está claro, que ustedes y el que les habla, por estar libres de prejuicios, de creencias, de nuestro particular condicionamiento y conocimiento, nos sentimos libres para examinar entonces podemos seguir adelante…

«Miremos ahora lo que está ocurriendo realmente en el mundo. Hay violencia de toda clase, no sólo externamente sino también en nuestras relaciones mutuas. Hay infinidad de divisiones nacionalistas y religiosas entre los hombres, cada uno contra el otro, tanto política como individualmente. Viendo toda esta vasta confusión, este inmenso sufrimiento, ¿qué hará usted? ¿Puede usted esperar que alguien le diga lo que ha de hacer?, ¿bien sea el sacerdote, el especialista, o el analista? Ellos no han traído paz o felicidad, alegría o libertad al vivir. Por lo tanto, ¿a quién va usted a recurrir? Si asume la responsabilidad de su propia autoridad como individuo, porque ya no tiene fe en la autoridad exterior y usamos la palabra «autoridad» deliberadamente en un sentido particular de dicha palabra- entonces, ¿recurrirá, como individuo, a su propia autoridad internamente?

«La palabra «individualidad» significa «indivisible», no fragmentado. La individualidad envuelve una totalidad, el todo, y la palabra «todo», significa saludable, sagrado. Pero usted no es un individuo, no es sano, porque está hecho pedazos, fraccionado en sí mismo; está en contradicción consigo mismo, separado, y, por lo tanto, no es un individuo en absoluto. Así, pues, ¿cómo puede usted, dentro de esta fragmentación, esperar que un fragmento asuma autoridad sobre los demás fragmentos?

«Por favor, vea esto muy claramente; es lo que estamos examinando, pues vemos que la educación, la ciencia, la religión organizada, la propaganda y la política han fracasado. Ellas no nos han traído la paz, aun cuando el hombre ha progresado tecnológicamente en forma increíble. Éste, sin embargo, continúa tal como ha sido por millares de años: pendenciero, codicioso, envidioso, violento v agobiado por grandes sufrimientos. Ese es el hecho; no es una suposición.

«Para determinar qué haremos, por lo tanto en un mundo tan perturbado, tan brutal, tan completamente infeliz, tenemos que examinar no sólo qué es el vivir como es en realidad- sino también tenemos que comprender lo que es el amor y qué significa morir. Asimismo debemos comprender lo que el hombre ha estado tratando de encontrar durante miles de años: si existe una realidad que trasciende todo pensamiento. Hasta tanto no comprendamos la complejidad de este cuadro, el preguntarnos: «¿Qué voy a hacer respecto de un fragmento en particular?», no tiene sentido en manera alguna. Tenemos que comprender la totalidad de la existencia, no simplemente una parte de ella, no importa lo tediosa, lo agonizante, lo brutal que esa parte sea, tenemos que ver el cuadro total todo el panorama de lo que es el amor, de lo que es la meditación, si existe tal cosa que llaman Dios, lo que significa vivir. Tenemos que comprender este fenómeno de la existencia como un todo. Unicamente entonces podremos formular la pregunta: «¿Qué debo hacer?» Y si vemos ese cuadro completo, probablemente nunca formularemos la pregunta entonces estaremos viviendo, y ese vivir será la acción correcta.


Así, pues, veamos primero lo que es vivir y lo que no es vivir. Tenemos que comprender lo que significa la palabra «observar». Ver, oír, aprender ¿qué significa «ver»?

«El estar juntos mirando algo, no significa que formamos una unidad, sino que ustedes y el que les habla estamos en actitud de mirar. ¿Qué significa esa palabra «mirar»? Hay que saber el arte de mirar, cosa que es muy difícil. Probablemente usted nunca ha mirado un árbol, porque cuando de veras lo mira, surgen todos sus conocimientos botánicos, los cuales impiden verlo como realmente es. Es posible que tampoco haya mirado nunca a su mujer o a su esposo, o a su novio o novia, porque usted tiene una imagen de él o de ella. La imagen que usted ha construido de él o de ella, o sobre usted mismo, va a ser un estorbo para mirar. Por lo tanto, cuando mira hay distorsión, surge la contradicción. De manera que para mirar realmente, tiene que haber relación entre el observador y la cosa observada. Escuche, por favor, porque este asunto requiere gran cuidado. Usted sabe que cuando tiene interés en algo, realmente lo observa muy de cerca, lo cual significa que está movido por un gran afecto, entonces es capaz de observar.

«Así, pues, mirar juntos significa observar con cuidado, con afecto, de manera que juntos veamos la misma cosa. Pero primero debemos estar libres de la imagen que tenemos de nosotros mismos. Por favor, actúe a medida que se va explicando todo; el que le habla es simplemente un espejo y, por lo tanto, lo que ve es usted mismo en el espejo. El que le habla no tiene, pues, importancia alguna; lo importante es lo que usted ve en ese espejo. Y para ver con claridad y precisión, sin distorsión alguna, toda clase de imagen debe desvanecerse la imagen de que usted es americano o católico, de que usted es un hombre rico o pobre-; todos sus prejuicios tienen que desaparecer, y éstos desaparecen tan pronto ve claramente lo que está frente a usted, porque lo que uno ve es mucho más importante que lo que «debe hacer» en relación con lo que ve.

«Cuando usted ve algo con toda claridad, esa claridad actúa. Sólo la mente caótica, confusa, que selecciona, es la que pregunta: «¿Qué debo hacer?» Existe el peligro del nacionalismo, de la división entre las gentes; esa división constituye un enorme peligro porque en la división hay inseguridad, guerra, incertidumbre. Pero cuando la mente ve muy claramente el peligro de la división no de manera intelectual o emocional, sino de hecho lo ve- entonces surge una clase de acción totalmente distinta.

«Es muy importante, pues, aprender a ver, a observar. ¿Y qué es lo que observamos? No es únicamente el fenómeno externo, sino también el estado interno del hombre. Porque a menos que haya una revolución radical y fundamental en la psiquis, en la misma raíz de nuestro ser, el mero reajuste, la mera legislación en la periferia, tendrá muy poco sentido. De manera que sólo nos interesa averiguar si el hombre, tal como es, puede transformarse radicalmente a sí mismo, no de acuerdo con una teoría o filosofía en particular, sino viendo realmente lo que es. Esa misma percepción de «lo que es» efectuará el cambio radical. Y poder ver «lo que es» tiene la mayor importancia no lo que él cree que es, ni lo que le dicen que es.

«Hay una gran diferencia entre ser informado que uno tiene hambre y el estar en realidad hambriento. Los dos estados son completamente distintos. En el segundo caso usted sabe que está hambriento al percibir y sentir el hambre directamente; entonces actúa. Pero si alguien le dice que puede que usted tenga hambre, llevará a cabo una actividad completamente distinta. De igual manera tenemos que observar y ver por nosotros mismos lo que realmente somos. Y eso es lo que vamos a hacer: conocernos a nosotros mismos. Se ha dicho que el conocimiento de uno mismo es la más alta sabiduría, pero pocos lo hemos logrado. No tenemos la paciencia, la intensidad o la pasión, para averiguar lo que somos. Tenemos la energía, pero hemos transferido esa energía a otros, y por eso necesitamos que nos digan lo que somos.

«Vamos a averiguar esto, observándonos nosotros mismos, porque tan pronto ocurra un cambio radical en lo que somos, traeremos la paz al mundo. Tenemos que vivir libremente no para hacer lo que nos guste, sino para vivir felices jubilosos. Un hombre que tiene el corazón lleno de júbilo no siente odio, ni violencia, ni acarreará la destrucción de otro. Ser libre significa que no hay condenación, en forma alguna, de lo que vemos en nosotros mismos. La mayoría de nosotros condenamos o interpretamos, o justificamos; nunca miraremos sin justificar o condenar. Por lo tanto, la primera cosa que tenemos que hacer y probablemente es la última que tengamos que hacer- es observar sin condenar en forma alguna. Esto va a ser muy difícil, porque toda nuestra cultura, nuestra tradición consiste en comparar, justificar o condenar lo que somos. Decimos «esto es correcto», «esto está equivocado», «esto es cierto», «esto es falso», «esto es bello», lo cual nos impide observar lo que realmente somos.

«Escuchen esto, por favor: ustedes son una cosa viva, y cuando condenan lo que ven en ustedes mismos, lo hacen con un recuerdo que está muerto, que es el pasado. Por lo tanto, hay contradicción entre lo que es algo vivo y el pasado. Para comprender lo que está vivo, el pasado tiene que desvanecerse, de manera que podamos observar. Ustedes están haciendo esto ahora, mientras hablamos; no van a regresar a sus hogares para pensar sobre ello, porque desde el momento en que piensen al respecto, están liquidados. Esto no es terapia de grupo, ni una confesión pública lo que implica inmadurez. Lo que hacemos es explorar dentro de nosotros mismos como científicos, sin depender de nadie. Si confían en alguien están perdidos, no importa que sea un analista, su sacerdote, su propia memoria, o su propia experiencia, porque eso es el pasado. Y si están mirando el presente con los ojos del pasado, nunca comprenderán lo que es la cosa viva.

«De manera que estamos examinando juntos esta cosa viva que es usted, la vida, o lo que sea. Esto significa que miramos este fenómeno de la violencia, observando primero la violencia en nosotros mismos y luego la externa. Cuando hayamos comprendido la violencia en nosotros mismos, puede que entonces no sea necesario observar la externa, porque lo que somos internamente es lo que proyectamos fuera. Esa violencia en nosotros mismos es el resultado de la propia naturaleza, o de la herencia, o de la llamada evolución.

«Ese es un hecho: somos seres humanos violentos. Hay miles de explicaciones para esta violencia. Si nos regodeamos en ellas podemos extraviarnos porque cada especialista dice: «Esta es la causa de la violencia». Mientras más explicaciones recibimos, más seguros estamos de haber comprendido, pero la cosa continúa igual. Tengan siempre en mente, por favor, que la descripción no es la cosa descrita; la explicación no es lo explicado. Hay muchas explicaciones que son razonablemente sencillas y obvias ciudades hacinadas, exceso de población, herencia y todo lo demás al respecto; podemos echar todo eso a un lado. El hecho sigue siendo el mismo: que somos gente violenta. Desde la niñez nos educan para ser violentos, competidores, brutales unos con los otros. Nunca nos hemos confrontado con el hecho. Lo que hemos dicho es: «¿Qué debemos hacer con la violencia?»


«Por favor, escuchen esto con cuidado, o sea, con afecto, con atención. Tan pronto formulamos la pregunta: «¿Qué debemos hacer con ella?», la contestación siempre será de acuerdo con el pasado. Porque es lo único que conocemos: toda nuestra existencia tiene sus raíces en el pasado; nuestra vida es el pasado. Si alguna vez nos hemos mirado debidamente, habremos visto de qué manera extraordinaria estamos viviendo en el pasado. Todo pensamiento lo que examinaremos dentro de poco es la respuesta del pasado, la respuesta de la memoria, del conocimiento y de la experiencia. De modo que el pensamiento nunca es nuevo, nunca es libre. Con este proceso de pensar es que miramos la vida, y, por lo tanto, cuando preguntamos: «¿Qué debo hacer con la violencia?», ya hemos escapado del hecho.

«¿Podremos, pues, aprender, observar, qué es la violencia? Ahora bien, ¿cómo la mira usted? ¿La condena? ¿La justifica? Si no lo hace así, entonces, ¿cómo la mira? Por favor, vaya experimentando esto mientras hablamos de ello es tremendamente importante que lo haga. ¿Mira usted este fenómeno, el ser humano violento, que es usted mismo, como un extraño que mira dentro de usted? ¿O lo mira sin el extraño, sin el censor? Cuando mira, ¿lo hace como un observador, que es diferente de la cosa observada como alguien que dice: «No soy violento, pero deseo deshacerme de la violencia?» Cuando mira de esa manera está asumiendo que un fragmento es más importante que los demás fragmentos.

«Cuando miramos como un fragmento que mira otros fragmentos, entonces ese fragmento ha asumido autoridad, y ese fragmento causa contradicción y, por lo tanto, conflicto. Pero si podemos mirar sin fragmento alguno, entonces observamos la totalidad sin el observador. ¿Está usted escuchando todo esto? Hágalo pues, señor. Porque entonces verá que ocurre una cosa extraordinaria, entonces no tendrá conflicto de manera alguna. Nosotros somos el conflicto y es con el conflicto que vivimos. Estamos todo el tiempo en conflicto, en lucha constante, y en contradicción en la casa, en la oficina y mientras dormimos.

Resulta claro, pues, que hasta tanto no comprenda usted mismo la raíz de esta contradicción no de acuerdo con el que le habla, ni de acuerdo con nadie- no disfrutará de una vida de paz, alegría y felicidad. De manera que es esencial que comprenda cuál es la causa del conflicto, y, por lo tanto, de la contradicción, y cuál es su raíz. La raíz es esa división entre el observador y la cosa observada. El observador dice: «Debo deshacerme de la violencia», o «estoy viviendo una vida de no violencia», aun cuando él es violento lo cual es un pretexto, es hipocresía. Por lo tanto, es sumamente importante averiguar la causa de esa división.

«Esta persona que están ustedes escuchando no tiene autoridad alguna, no es su maestro, porque no existe gurú, ni seguidor alguno; sólo hay seres humanos tratando de descubrir una vida sin conflicto, para vivir pacíficamente, para vivir con gran abundancia de amor. Pero si siguen ustedes a alguien, están destruyéndose ustedes mismos y también al otro. (Aplausos). No aplaudan, por favor. No estoy tratando de entretenerlos, ni buscando sus aplausos. Lo que importa es que ustedes y yo comprendamos, y que vivamos una vida diferente no esta vida estúpida que llevamos. Y su aplauso, su aceptación o rechazo no cambia ese hecho.

«Es muy importante que comprendamos por nosotros mismos, que veamos, mediante la propia observación, que el conflicto existirá eternamente mientras haya división entre el observador y lo observado. En nosotros se manifiesta esa división, como el «yo», como el «ego», como el «mí» que trata de ser diferente de otra persona. ¿Está eso claro? Esa claridad existe- cuando uno ve el conflicto por sí mismo. No se trata de una mera claridad verbal, el oír una serie de palabras o ideas. Significa que uno mismo ve muy claramente, y, por lo tanto, sin elección, la forma en que esa división entre el observador y lo observado crea malestar, confusión y sufrimiento. De manera que cuando somos violentos, ¿podemos mirar esa violencia en nosotros sin el recuerdo, la justificación, la aseveración de que no debemos ser violentos, sino simplemente mirar? Lo cual significa que debemos estar libres del pasado. Para mirar necesitamos gran energía, debemos tener intensidad. Sin pasión no podemos mirar. A menos que tengamos gran pasión e intensidad, no podemos mirar la belleza de una nube, o las maravillosas montañas que hay aquí. De la misma manera, para poder mirarse uno mismo sin el observador, se requiere una pasión y energía tremendas. Y esa pasión, esa intensidad se destruye cuando comenzamos a condenar, a justificar, cuando decimos: «no debo», «debo» o cuando decimos: «Estoy viviendo una vida de no violencia», o aparentamos vivir una vida de no violencia.

«Por esa razón todas las ideologías son sumamente destructivas. El pueblo de la India ha hablado sobre la no violencia desde tiempos inmemoriales, y ha dicho: «Nosotros practicamos la no violencia». Son, sin embargo, tan violentos como cualquier otro pueblo. El ideal les produce cierta sensación de poder escapar hipócritamente del hecho. Si podemos descartar todas las ideologías, todos los principios, y simplemente confrontamos el hecho, entonces nos enfrentaremos con algo real, no con algo místico ni teórico.

«De manera que la primera cosa es observar sin el observador; mirar la esposa, los hijos, sin la imagen. La imagen puede que sea superficial, o que esté escondida en lo inconsciente; por eso tenemos que observar no sólo la imagen que hemos construido externamente, en los abismos profundos del ser la imagen de la raza, de la cultura, la perspectiva histórica de la imagen que tenemos de nosotros mismos. Debemos observar, pues, no sólo en el nivel consciente, sino también en el nivel oculto, en los lugares más recónditos de nuestra propia mente.

«No sé si usted ha observado alguna vez lo inconsciente. ¿Está interesado en todo esto? ¿Sabe lo difícil que es todo esto? Es muy fácil citar a alguien, o repetir lo que nuestro analista o el profesor nos ha dicho; eso es juego de niños. Pero si usted no se limita meramente a leer libros sobre estas cosas, entonces esa observación resulta ser extraordinariamente difícil. Parte de su meditación consiste en averiguar cómo mirar lo inconsciente; pero no a través de sueños, ni por medio de la intuición, porque su intuición puede ser su anhelo, su deseo, su esperanza oculta. Por eso tiene que averiguar cómo ha de mirar la imagen que ha creado sobre usted externamente el símbolo- y también cómo mirar profundamente dentro de sí mismo.

«Tenemos que darnos cuenta no sólo de las cosas externas, sino también del movimiento interno de la vida, del movimiento interno de los deseos, motivos ansiedades, temores, sufrimientos. Desde luego, darnos cuenta sin elección es darnos cuenta del color de la ropa que alguien usa, sin decir «me gusta», o «no me gusta», sino simplemente observar; mientras estamos sentados en un autobús observar el movimiento de nuestro propio pensamiento, sin condenar, sin justificar, sin elegir. Cuando miramos de ese modo vemos que no existe el «observador». El observador es el «censor», el americano, el católico, el protestante; él es el resultado de la propaganda; él es el pasado. Y cuando el pasado mira, es inevitable que separe, condene, o justifique. Supongamos que hay un hombre hambriento, que está realmente sufriendo. ¿Diría éste: «si hago esto, recibiré aquello?» El desea librarse del sufrimiento o desea llenar su estómago; nunca habla de teorías. De manera, señor, si me permite que le haga una sugerencia, líbrese usted mismo de la idea del «si» condicional. No viva en alguna parte en el futuro; el futuro es lo que usted proyecta ahora. El ahora es el pasado; eso es lo que usted es cuando dice: «Estoy viviendo ahora». Usted está viviendo en el pasado, porque el pasado lo está dirigiendo y moldeando; los recuerdos del pasado lo obligan a actuar de esta o de aquella manera.

Por lo tanto, «vivir» es estar libre del tiempo; y cuando usted dice «si» está introduciendo el tiempo. Y el tiempo constituye el más grande sufrimiento.

«INTERLOCUTOR: ¿Cómo podemos ser realmente nosotros mismos en nuestra relación con los otros?

«KRISHNAMURTI: Escuchen esa pregunta: «ser nosotros mismos». Si se me permite preguntar ¿qué es usted mismo? Cuando usted dice «nosotros mismos en nuestra relación con otro», ¿qué es usted mismo? Su ira, su amargura, sus frustraciones, sus desesperanzas, su violencia, sus esperanzas, su absoluta falta de amor ¿es eso lo que usted es? No, señor, no diga: ¿Cómo puedo ser yo mismo con otros?- usted no se conoce a sí mismo. Usted es todo eso, y el otro es todo eso también su miseria, sus problemas, sus caprichos, sus frustraciones, sus ambiciones; cada uno vive en aislamiento, en exclusión. Usted puede vivir con otro felizmente sólo cuando esas barreras, esas resistencias desaparecen.

«INTERLOCUTOR: ¿Por qué separa lo consciente de lo inconsciente cuando usted no cree en la separación?

«KRISHNAMURTI: Eso es lo que usted hace ¡yo no lo hago! (Risas). Durante las últimas décadas, se les ha enseñado, que tienen un inconsciente, y sobre eso se han escrito volúmenes; los analistas están haciendo fortunas con eso. El agua sigue siendo agua: no importa que la pongamos en un receptáculo de oro o en un jarro de barro, siempre es agua. De la misma manera, nuestro problema es no dividir, sino ver la totalidad, no ver un fragmento en particular como lo consciente o como lo inconsciente. El ver la totalidad es una de las cosas más difíciles de hacer, mientras que ver un fragmento es bastante fácil. Para ver algo como un todo, lo cual significa verlo cuerdamente, sanamente, completamente, no podemos mirar desde un centro el centro que se manifiesta como del yo», «el tú», «el ellos», «el nosotros».
»

«Esto no es un discurso, no es una plática o conferencia que ustedes escuchan en forma casual y se retiran. Se están escuchando ustedes mismos; si tienen oídos para oír lo que se dice, no podrán estar de acuerdo o discrepar eso está ahí. Por lo tanto, todos estamos participando de eso, estamos comunicándonos, estamos trabajando juntos. En ello hay gran libertad, gran afecto, compasión, y, después de todo, de ahí surge la comprensión.

Santa Mónica, California, 1 de marzo de 1970.

*Extracto de libro “Más allá de la violencia”, publicado por Editorial Edhasa.




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