domingo, 11 de diciembre de 2011

Premio Nobel de la Paz en el 2011

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2001: 

Tres mujeres recibieron el Premio Nobel  de la Paz


A tres mujeres les fue otorgado el Premio Nobel de la Paz en el 2011. Una de ellas perteneciente a un país árabe, la yemení Tawakkol Karman, y dos africanas, Ellen Johnson Sirleaf, presidenta de Liberia, y su compatriota Roberta Gbowee. El Comité Nobel reconoció una vez más las acciones de liderazgo femenino en los cambios ocurridos en el Mundo en los dos últimos siglos.

Otra africana, la keniana Wangari Maathai, había sido distinguida con este Premio Nobel de la Paz  en 2004. En 1992, había sido galardonada con esta presea Rigoberta Menchú Tum de Guatemala, nacida en 1959, líder indígena  defensora de los derechos humanos, miembro del grupo Quiché-Maya.  El Premio, otorgado como reconocimiento a su trabajo por la justicia social y reconciliación etno-cultural basado en el respeto a los derechos de los indígenas, coincidió con el quinto centenario de la llegada de Cristobal Colón a América, y con la declaración del siguiente año -1993- como “Año Internacional de los Pueblos Indios”.

Ellen Johnson Sirleaf, de 72 años, elegida como primera mujer presidente de Liberia en el 2005, expresó a las mujeres del Mundo "No tengan miedo de condenar la injusticia, aunque esten en minoría. No tengan miedo de buscar la paz, aunque hablen con una voz débil. No tengan miedo de exigir la paz".

En el discurso para la ocasión, Roberta Gbowee, de 39 años, se refirió a los  inicios del movimiento pacifista y multiétnico “Women of Liberia Mass Action for Peace”, que impulsó en 2002 con otras seis mujeres, iniciado  con "nuestras propias convicciones y diez dólares", y que luego contribuyó a poner fin a la segunda guerra civil en su país.

"Usamos nuestro dolor, nuestros cuerpos destruidos y nuestros sentimientos heridos para confrontar la injusticia y el terror en nuestro país. Éramos conscientes de que sólo a través de la no violencia podríamos acabar con la guerra", dijo Roberta Gbowee, recordando que las mujeres fueron "juguetes de guerra" en el conflicto.

Gbowee opinó que este reconocimiento al género femenino llegaba en el mejor momento “cuando mujeres que antes eran víctimas silenciosas y objetos del poder de los hombres, derriban los muros de las tradiciones opresoras con la fuerza invencible de la no violencia".

También a la estrategia y filosofía de la resistencia no violenta se acogió la yemení Tawakkol Karman, de 32 años, la más joven de las galardonadas, destacada defensora de la democracia en su país y activista de la reivindicación de los derechos de las mujeres y la democracia en Yemen.

Esta valerosa mujer es representativa de la generación civilista que ha impulsado los cambios imperativos de la “Primavera Árabe” en los últimos dos años que con sus jornadas de protestas populares que  lograron remover a tres gobiernos tiránicos –de Túnez, Egipto y Libia.

Estos movimientos de liberación nacional en los países islámicos se han extendido a través de Argelia, Marruecos, Bahréin, Yemen, Siria, Omán y Jordania. Algunos de estos países han sido regidos por monarquías y por familias auto perpetuadas como gobernantes.

Las motivaciones de todas las revueltas son parecidas: exigencia de cambios sociales y económicos y democratización política. Ante la terquedad opresora y violenta de los gobiernos islámicos, esos movimientos de reivindicación popular han mostrado su fortaleza y su integración con el propósito de derrocar esos regímenes dictatoriales represores de las libertades esenciales humanas.

En los tres países donde han sido derrotados esos sistemas tiránicos temporales, las protestas de las masas populares arrancaron con la inmolación voluntaria de seres humanos representativos.

En Túnez, Mohamed Bouazazi, joven profesional desocupado que se dedicaba a las ventas ambulantes para sostener a su familia, llegó a un estado de desesperación cuando la policía  le quitó su mercancía. Como protesta, se prendió fuego en un lugar público, al estilo de los monjes bonzos1, y murió como consecuencia de las graves quemaduras infligidas.

En Egipto, Ahmad Hashem de 25 años y licenciado en derecho se roció con gasolina y se prendió fuego sobre un  tejado de un edificio en la legendaria Alejandría. El suicidio bajo las llamas fue su instrumento y su trágico testimonio de reivindicación.

Para los libios, los movimientos sociales fueron desbordados por la detención de Fethi Tarbel, un abogado defensor de derechos humanos a quien el régimen de Kadafi  acusó de haber propagado el rumor de que la cárcel de Abu Salim estaba abarrotada de prisioneros políticos.

Sin embargo, la causa de todas estas  manifestaciones colectivas de descontento con los gobiernos está basada en la pobreza masiva, el desempleo, el acceso restringido a la educación y a la atención en salud y la opresión y represión militarista.

1. El término "a lo bonzo"  se refiere a la inmolación por medio del suicidio para llamar la atención mundial sobre injusticias de los gobiernos o de autoridades despóticas.

Los bonzos son  monjes budistas. Un miembro de esta orden religiosa, Thich Quang Duc, fue el iniciador de esta acción extrema de protesta. Este monje, nacido en 1897, se prendió fuego  en una céntrica calle de Saigón en 1963 para denunciar la represión gubernamental contra su comunidad. Mientras su cuerpo ardía, permaneció en silencio, soportando el dolor y manteniendo su serenidad. Refieren que tras su muerte, su corazón conservó su integridad luego que sus compañeros de su convento lo sometieron a las llamas para tratar de culminar la incineración. Un fotógrafo que "pasaba por allí" dejó evidencia gráfica de este sacrificio ritual en una foto que fue divulgada por todo el Mundo.

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