domingo, 11 de diciembre de 2011

Lideres de la paz mundial

                             Luther King y su discurso "Yo tengo un sueño", en Washington, en 1963.
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MARTIN  LUTHER  KING*,
constructor de paz y de convivencia justa


Martin Luter King -1929-1968-, líder de la no violencia, tuvo una corta existencia de 39 años para una vida como ser humano heroica y trascendental.

Fue un hombre visionario, de ideas coherentes con sus acciones. Fue activista temerario e inquebrantable. En su libro "El clarín de la conciencia" reflexionaba:


"Para alcanzar un fin pacífico, debemos emplear medios pacíficos. Y con estas palabras... pretendo decir que el fin y los medios deben estar en estrecha correspondencia, pues el fin ya está contenido en los medios, y, finalmente, unos medios destructivos nunca podrán llevarnos hacia un fin constructivo... Y también quiero deciros que  si deseamos la paz en la Tierra y buena voluntad para con los hombres, lo primero que debemos hacer es aceptar la afirmación -contenida en los métodos de la no-violencia- de que toda vida humana es sagrada".

Martin Luther King clamaba por una consciencia de todos sobre la degradación ocasionada con la violencia y sobre los conflictos destructivos. Resaltaba que:

"Hemos aprendido a volar como pájaros.
Hemos aprendido a nadar como peces.
No hemos aprendido aún a vivir como hermanos"


Afirmaba reiteradamente:

“La violencia crea más problemas que los que resuelve, y por tanto nunca conduce a la paz.”

“Cualquier cosa que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente.

Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual.”

En 1958, Martin Luther King publicó su primer libro Los viajeros de la libertad.  En sus páginas expuso sucintamente sus reflexiones: “El no violento debe tener la voluntad de aceptar los golpes del adversario sin devolverlos.  El sufrimiento es redentor;  tiene un gran poder de enseñanza y transformación.  El objetivo que hay que conseguir es la reconciliación…”

“La humanidad debe acabar con la guerra, si no queremos que la guerra acabe con la humanidad”, repetía King, parafraseando las palabras de John F. Kennedy.  Y presagiaba: Si yo muero en el combate, quiero que se diga: murió por hacer libres a los hombres”.

           En su libro, “Where Do We Go From Here: Chaos or Community” (Hacia dónde vamos desde aquí: al caos o a la comunidad), publicado en 1967, King expresó: Entre los imperativos morales de nuestro tiempo, enfrentamos el desafío de tener que trabajar en todas las partes del mundo con determinación inconmovible para borrar los últimos vestigios del racismo. No es meramente un fenómeno estadounidense. Sus garras perversas no conocen fronteras nacionales”. Y aludió metafóricamente a lo que llamó la ‘morada mundial’. “Este es el nuevo gran problema de la humanidad”, escribió. “Hemos heredado una morada grande, una gran ‘morada mundial’ en la que tenemos que convivir negros y blancos, orientales y occidentales, católicos y protestantes, gentiles y judíos, musulmanes e hindúes -miembros de una familia indebidamente separada por ideas, cultura e intereses. Debido a que nunca más podremos volver a vivir separadamente, tendremos que aprender de alguna manera a convivir en paz”.

           Esa morada mundial simbolizada por King no solamente estaría libre del racismo, sino también de la pobreza y el hambre. Con ese propósito, él convocaba a “una revolución de los valores”, de modo que el “vecindario mundial” fuera transformado en una “hermandad mundial”.

           Clamaba porque en los países más ricos, la gente de buena voluntad impugnara el materialismo excesivo, 'la pobreza de espíritu', que inhibe la preocupación por aquellos menos afortunados en nuestro país y en todo el mundo”. “Hemos permitido que los medios con que vivimos dejen atrás los fines que perseguimos, y eso tiene que cambiar”, añadía reiteradamente.

           King destacaba frecuentemente que el tiempo siempre es corto. Enfrentamos ahora el hecho de que hoy es mañana. Enfrentamos la feroz urgencia del ahora. En este enigma en desenvolvimiento de la vida y la historia, hay algo que se llama llegar demasiado tarde. El aplazamiento sigue siendo el ladrón del tiempo. La vida muchas veces nos deja desnudos y rechazados, con una oportunidad perdida”.  “Hay que luchar contra la trágica tendencia al conformismo”… “Dentro de la naturaleza humana existe una trágica enajenación porque el hombre se separa de sí mismo”… “Toda ley que degrada la persona humana es injusta”.
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Martin Luther King en su último discurso, el 3 de abril de 1968:
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